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El Señor explica las razones de su silencio

65 Yo ofrecía respuesta a quienes no preguntaban,
me dejaba encontrar por quienes no me buscaban.
Yo decía: “Aquí estoy, aquí estoy”
a un pueblo que no invocaba mi nombre.
Todo el día extendía mis manos
en dirección a un pueblo rebelde,
que llevaba un camino equivocado,
siempre detrás de sus caprichos;
un pueblo que me andaba provocando
cara a cara, sin descanso,
que sacrificaba en jardines sagrados,
que ofrecía incienso sobre ladrillos,

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